martes, 8 de noviembre de 2011

Cara a Cara Rubalcaba Rajoy

Para analizar el cara a cara de ayer debemos comenzar por dejar claro que tras el debate ninguno de los candidatos ha sido capaz de convencer más allá de sus fieles. También ha de quedar claro qué esperaban uno y otro del debate y cuál fue el resultado sobre esos objetivos. El candidato socialista estaba obligado a arriesgar, a ganar, a barrer a su oponente, para tratar de movilizar al electorado desencantado. Por el contrario, el líder conservador debía defender su posición privilegiada en las encuestas y tratar por todos los medios que el debate fuese de perfil bajo y gris.

Los planteamientos para lograr sus objetivos eran, por un lado que Rubalcaba sembrase la duda de un programa oculto del PP, que dejase en evidencia la posición ultraconservadora en temas como el aborto, la muerte digna, la educación concertada, etc. Por otro lado, Rajoy tenía un argumento claro, contundente y demoledor: cinco millones de parados.

El señor Rajoy se encargó de atacar una y otra vez con los cinco millones de parados, acto seguido en su argumentación fue el empleo. Sin empleo no hay Sanidad de Calidad, no hay Educación de Calidad, no hay Pensiones de Calidad, no hay ingresos para la administración, en definitiva el Estado de Bienestar depende única y exclusivamente del Empleo. Después de cien minutos no conocemos ninguna medida concreta del señor Rajoy para lograr ese empleo, sabemos que es imprescindible, pero no sabemos qué recetas va aplicar para crear empleo.

El señor Rubalcaba nervioso en un principio, mordaz en otro y nuevamente nervioso en otro, cometió intencionadamente o no, el error o el acierto de dirigirse a Rajoy como si este fuese el Presidente. Trató sin ningún éxito, de que Rajoy explicase algunos puntos ambiguos de su programa, acertado el líder popular, pasaba de las preguntas de Rubalcaba y trataba de llevar a su terreno el debate, en este caso con éxito. En definitiva, en el debate se trataron los temas que Rajoy quería y se obviaron los de Rubalcaba, de hecho en ocasiones parecía que no se oían entre ellos y uno decía que llovía y el otro que el Madrid otra vez campeón de Europa.

En esta ocasión se pretendía que el debate fuese más vivo, sin embargo dadas las características de los contendientes, su prudencia y educación, a penas vimos interrupciones o golpes bajos, fue en definitiva un debate de guante blanco, en el que uno se aferró a sus empolladas cifras y el otro a desenmascarar el programa electoral del primero. Tal fue el grado de respeto entre ambos y la mesura de la contienda, que quedaron fuera asuntos tan preocupantes para la ciudadanía como la corrupción o la reacción de los partidos mayoritarios al movimiento 15-M. Sobre el terrorismo y la seguridad, campos en los que ambos han tenido responsabilidades y en los que ambos tendrían mucho que decir pasaron de puntillas muy al final.

No podemos dejar de lado el reconocimiento de la situación por parte de Rubalcaba y su responsabilidad en la crisis, en la gestión y no haber pinchado antes la burbuja inmobiliaria, punto en el que Rajoy no ha sido capaz de reconocer que la burbuja inmobiliaria se generó a raíz de una liberalización del suelo auspiciada por un gobierno en el que él participó.

Debate estéril en el que ni uno ni otro han conseguido movilizar a nadie, que previamente no estuviera movilizado. No ha quedado claro qué van hacer uno y otro en caso de gobernar, ni cómo van a actuar para crear empleo, crecimiento y prosperidad. Sabemos que ambos tienen la intención, pero mucho me temo que no tienen claro dónde van a actuar o en caso de tenerlo claro han decidido no transmitirlo a los ciudadanos.

El 20-N elegiremos un Parlamento del que saldrá un nuevo Presidente, que con una probabilidad muy alta será uno de los dos candidatos ayer enfrentados, pero no han sido capaces de decir a los ciudadanos crearé empleo, reduciendo, recortando o reorientando el gasto público en las siguientes materias y en las siguientes cuantías, salvo el señor Rubalcaba en apuntó medidas para las Pymes, nuevos impuestos para las rentas altas y para el sector finaciero. La ambigüedad de Rajoy ha traspasado su programa y su partido, amenazando con extenderse al PSOE, evitémoslo, expliquemos qué, cómo, cuándo y dónde.

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