lunes, 14 de marzo de 2011

¿Fin del Zapaterismo?

Llegó como una brisa suave de aire fresco, entró por las ventanas de la casa socialista para renovar las viejas estructuras, era el punto de inflexión del socialismo opositor en España. Una nueva generación tomaba las riendas del partido, capitaneados por el hoy Presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero.

La llamada tercera vía había ganado por la mínima a José Bono histórico barón socialista. Este grupo de jóvenes sacó del ostracismo del diccionario la palabra “talante” y la encumbró a lo más alto del palmarés político. Fueron años de ilusión, de trabajo por un proyecto nuevo, renovado, fueron años de victorias, de pactos, de conexión con la calle y con la sociedad, con ámbitos de la izquierda que hasta el momento se decantaban por otras opciones fuera del partido. Pero también fueron años en los que se cambiaron los equilibrios de poder, las antiguas familias fueron destruidas, acalladas, apartadas. La necesidad de una sola voz, como medio de lograr el triunfo, hizo que muchos se callaran y que otros fueran apartados y olvidados. En definitiva, todo lo que olía a naftalina en el partido se arrojó al baúl del olvido.

Mientras continuaba la escalada de triunfos del nuevo activo del partido, mientras crecía de forma desmesurada el culto al líder, mientras se identificaba al líder con el partido, crecían de forma exponencial los palmeros, las reuniones de la dirección del partido, eran actos protocolarios, en los que “el que se movía no salía en la foto”, histórica frase de Guerra, el todopoderoso Vicesecretario ha ido renovando durante estos años las direcciones autonómicas y promocionado a personas afines, para lograr un control férreo del partido. Si uno se definía “zapaterista” otro se autodenominaba “superzarpaterista”, incluso existían los “megazapateristas”, era el caballo ganador, el remontador de encuestas, el líder indiscutible.

España crecía por encima de la media europea, continuaba la creación de empleo a base de alimentar la burbuja inmobiliaria, pero como lo importante eran las cifras, los resultados, los éxitos, se hablaba sí de la burbuja, pero con la boca pequeña y susurrando al oído. Pero como dice la canción “al final llegó el final”, la mayor crisis económica y financiera trajo consigo una crisis social, crisis de empleo, por un momento se pensó en la crisis final del modelo capitalista. En España al contrario que en otros países, gobierno y oposición caminaron en direcciones opuestas, sin darse cuenta que todos son gobierno y todos son oposición en los diferentes ámbitos estatal, autonómico y local.

Uno a uno los diferentes gobiernos de los países más afectados han ido cayendo, no importaba el color político, la cuestión era culpar al poder gobernante del desastre. Las medidas a tomar fueron un golpe más para los gobiernos, en el caso de España, para un gobierno que había hecho de la defensa del Estado de Bienestar y las políticas sociales su base de gobierno, la situación fue más grave. Las medidas tomadas en la mayoría de casos fueron malinterpretadas por la ciudadanía y muy mal explicadas por el Gobierno, el problema de comunicación gobierno ciudadanía, ha hecho que la imagen del gobierno se debilite aún más y ha triunfado el discurso de la oposición destructora: “la culpa de todo es de Zapatero” y el silencio expectante de la bestia opositora continúa esperando que “Zapatero se cueza en su propia salsa”.

Todos somos conscientes de que había que tomar medidas, pero la oposición espera que sea Zapatero quién las tome, para dejarles el camino allanado para gobernar sin contratiempos en 2012. En ese momento todos seguiremos pagando el IVA más elevado que al comienzo de la crisis, pero seguro que a nadie se le ocurrirá reclamar al gobernante que lo baje, como tampoco al gobernante se le ocurrirá plantear la reducción. Sin embargo, en la memoria colectiva quedará grabado a fuego que fue Zapatero quién subió el IVA.

La derecha busca que los ciudadanos identifiquen paro, crisis, caos e improvisación con Zapatero y a la vez con socialismo o con PSOE, debido a la identificación pretendida y utilizada en el pasado por la actual dirección socialista entre Candidato y Partido.

Estos días la prensa centra sus debates en la posible sucesión de Zapatero, en la cancelación del famoso acto de Vistalegre, símbolo del Zapaterismo durante estos años pasados. Muchos ven en esta cancelación la confirmación de que Zapatero no repetirá como candidato a la presidencia del gobierno en 2012. Por otro lado, tenemos en dos meses elecciones autonómicas y locales, que la derecha plantea como un plebiscito a Zapatero y deja en el olvido las necesidades locales de financiación, endeudamiento, la segunda descentralización hacia los municipios, etc.

Los candidatos socialistas manifiestan en público que preferirían que el Presidente no participase en sus actos de campaña, porque temen que un presidente impopular y estigmatizado como símbolo de los males de España, les haga perder votos. Otros se replantean si la política interna del partido ha sido la correcta al participar del palmerismo y apartar la critica constructiva desde dentro. Y muchos esperan que el presidente despeje cuanto antes la incógnita sobre su futuro y algunos van más lejos y sólo esperan que el presidente anuncie su renuncia a encabezar la candidatura socialista en 2012, como último flotador salvavidas para amortiguar al máximo la debacle electoral que las encuestas vaticinan.

El Presidente está sólo, los compañeros inseparables de los años de triunfos, poco a poco se distancian de quién representaba su todo en el partido y a penas unos pocos incondicionales fieles le defienden a capa y espada, como líder indiscutible del partido.

Quizás asistamos en poco tiempo a la renuncia como candidato de Zapatero, quizás se cambien algunos dirigentes calificados como mediocres, quizás las personas que nunca debieron tener relevancia vuelvan al olvido y salgan a la luz los mejores valores del PSOE, quizás el Presidente debiera volver a presentarse para asumir el veredicto de las urnas y quizás si el Presidente se presenta y pierde, podría continuar siendo un referente para el socialismo español.

La transición futura del zapaterismo a un nuevo modo de entender y gobernar el partido va ser complicada, larga y dolorosa. Confiemos en que las luchas internas no rompan el partido y que no existan revanchas o recelos insalvables que lastren la labor del partido. El tiempo nos dirá cuánto ha influido el zapaterismo en el partido y cuál es la herencia que deja dentro del socialismo.

1 comentario:

Jesús Herrera Peña dijo...

Si Zapatero está solo en el partido (que no lo creo, poque siempre le quedará la pléyade de palmeros, aduladores, reidores de chistes malos, tiralevitas y los del colectivo de "qué hay de lo mío") él solito se lo ha labrado, porque no podemos dirigir un partido de izquierdas como si fuera uno de derechas o un ferreo ejército o una congregación vaticanista.
Un partido de izquierdas necesita la democracia interna, el debate, el contar con toda la militancia e incluso con la simpatizancia.

No; un partido de izquierdas no debería ser un ejército disciplinado, jerarquizado, con personajes a los que es obligado hacerles el preceptivo saludo.

—"¡José Luis, no nos falles!"
—"Os aseguro que el poder no me va a hacer cambiar".

Si esto de ahora es el resultado de la 3ª vía del socialismo español, que venga dios y nos dé polculo.