Estos días se llenan informativos, tertulias, conversaciones en la calle con comentarios acerca de la reducción en 10 kilómetros por hora en la velocidad máxima en autovías y autopistas. Uno, al que le sorprende que un país con presuntamente cuatro millones trescientos mil parados, no esté en la calle quemando barricadas, destruyendo mobiliario y en una situación de revolución similar a la de los países de Oriente Próximo, se pregunta cómo es posible que una medida tan a simple vista intrascendente, cause semejantes debates.
Señores si no se han movilizado por los cambios en la legislación laboral, en las pensiones, la banca, si sus protestas han sido insignificantes, ahora ¿nos vienen con estas por 10 kilómetros por hora, sólo en autopistas y autovías? ¿Acaso no hemos sufrido reducciones de velocidad en carreteras de 90 kms/h a 50 kms/h porque en un determinado momento se han construido edificaciones en esa carretera? ¿Hemos protestado entonces?
Que si el gobierno se dedica a prohibir, en lugar de gobernar, que si quién es el gobierno para decir qué tengo que hacer con mi dinero y en qué debo gastarlo, que si el gobierno no hace nada por salir de la crisis, que si el gobierno no va a ahorrar nada con la medida etc, etc, etc… Todo ello regado con unas dosis desmesuradas de populismo en las plazas de toros mediáticas de las que este país disfruta y a las que ofrece una confianza ciega, próxima al borreguismo inculto.
Quizás detrás de esta medida tan impopular se encuentre una advertencia velada a la población, para que controle el gasto de combustible, ante un hipotético desabastecimiento del suministro. Imagínense ustedes que un gobierno sea cual fuere sale a decir a la población que “podría” haber riesgo de desabastecimiento, cómo serían las colas en las gasolineras, todo el mundo trataría que acaparar provisiones de combustible, en definitiva el caos.
Siempre he defendido que los límites de velocidad en autopistas y autovías debían incrementarse al menos a 130 kms/h en aquellas carreteras en las que su trazado con tres carriles permitiese esta posibilidad, salvaguardando la integridad de todos los vehículos. Pero en este caso y si el motivo es el ahorro de combustible, apoyo la medida, siempre que sea que como se ha dicho temporal.
Una vez más el gobierno ha pecado de falta de explicación de las medidas a los ciudadanos y es un problema que va camino de convertirse en endémico y que puede traer consecuencias nefastas en un futuro próximo. Debería haberse planteado como un plan integral de ahorro energético y bien explicado contaría con el apoyo de un mayor número de ciudadanos, que ven en esta medida una improvisación más del gobierno.
Hemos visto como se plantea el ahorro en iluminación cambiando las bombillas por led, como desde hace tiempo se está planteando la posibilidad de que en las ciudades el límite sea 30 kms/h, otros plantean la circulación en función de las matrículas y los días de circulación. Despierte el gobierno y explique claramente el porqué de las medidas, los ciudadanos toman notas de estos comentarios negativos y quizás en último término el runrún contra el gobierno, se convierta en un rechazo generalizado a todo el partido socialista.
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