Luces de neón pueblan las noches españolas de Sur a Norte. En cualquier carretera nos encontramos casas o clubes de carretera en los que entre copa y copa se ofrecen servicios sexuales a cambio de dinero. En polígonos industriales, en sinuosas calles de las grandes ciudades miles de mujeres ofrecen servicios sexuales al viandante. En la prensa o en la red nos bombardean con anuncios de servicios sexuales sin distinción de sexos. Todos, incluidas autoridades policiales y políticas, conocemos la existencia de estos lugares y de est@s profesionales del sexo, incluso sabemos lo bien que va el negocio. Sin embargo, muestra inequívoca de la doble moral española, la prostitución hoy en día está prohibida en España.
De vez en cuando acaparan los medios vecinos indignados con las personas que prestan sus servicios sexuales o los ofrecen en la calle. Es entonces cuando l@s doblemoralistas españoles se rasgan las vestiduras y condenan esta práctica, a la vez que critican a las personas que la practican. Siempre aparece quien dice, y con toda la razón del mundo, que si existe es porque la gente consume estos servicios. Es más, esta relación mercantil, se produce entre personas todos los ámbitos, hombres y mujeres, ricos y pobres, locales y foráneos.
En otras ocasiones aparecen detenciones de redes que se dedican a la trata de blancas y la explotación sexual, principalmente de mujeres y en especial de mujeres extranjeras que llegan a nuestro país engañadas y posteriormente son obligadas a prostituirse. También es común asociar de forma totalmente errónea e intencionada, las drogas y las situaciones marginales con la prostitución. Acaso por el hecho de que muchos jóvenes cuando salen por la noche se droguen, nos lleva a pensar que todos los jóvenes son unos drogadictos ¿Verdad que no? Entonces, ¿Por qué tratamos de presentar como algo sucio, insano y prohibido la prostitución?
La defensa de la legalización de la prostitución puede hacerse desde muy diversos motivos, pero el principal, es que son PERSONAS y remarco lo de personas, porque debemos tener claro que son como cualquier otro ciudadano, tienen sus familias, sus hijos, parejas, hogares, hipotecas, como cualquier panadero, financiero, minero, médico, electricista, etc. A nadie en pleno siglo XXI se le ocurre defender la esclavitud, pero hoy en día muchos continúan ejerciéndola con los más débiles y amparados por la falta de regulación de la prostitución.
Las condiciones en las que estas PERSONAS ejercen la prostitución, en muchos casos son de riesgo absoluto tanto sanitario, como físico. Están expuestas a enfermedades de transmisión sexual, como un castigo más al sufrimiento de ser obligadas a prostituirse. Por otro lado, existen también personas que ejercen la prostitución como un medio rápido y siempre con todo el respeto, fácil de ganar importantes cantidades de dinero libre de cargas impositivas.
La sociedad no puede seguir mirando para otro lado, mientras se siguen produciendo situaciones de esclavitud, extorsión y evasión de impuestos, a nuestro alrededor. Se hace inaplazable la regulación de la prostitución, en la que se especifique qué requisitos deben cumplir los locales, cuál ha de ser la remuneración justa, cuáles han de ser las horas de trabajo y descanso, qué impuestos han de pagar, qué condiciones sanitarias e higiénicas deben de cumplir los locales, cuáles y con qué periodicidad han de hacerse revisiones médicas l@s profesionales y un largo etcétera de condiciones que garantice que quienes ejercen la prostitución sean tratadas como PERSONAS.
La regulación no va contra nadie, que sea legal no implica que más gente utilice estos servicios, ni que se obligue a nadie a acudir o prostituirse, si no todo lo contrario, es una garantía para l@s protitut@s, para sus clientes, para la sociedad en general. ¿Por qué? Porque saldrían de las calles donde pasean las “honorables y honradas familias” que tanto critican la prostitución y se les garantizaría que si deciden contratar estos servicios se vigile la calidad de los mismos tanto higiénica como sanitaria, a demás las prostitutas tendrían un centro de trabajo regulado y garantizados los derechos laborales básicos. El Estado, sí este Estado del Bienestar del que tanto se nos llena la boca mencionando, recaudaría impuestos por estos actos, hasta ahora ilícitos, pero que generan gran riqueza, obtendría más fondos para invertir en escuelas, en hospitales, en becas, en dependencia, etc.
La solución al este grave problema no es el silencio, el mirar hacia otro lado, el criticar, pero a la vez utilizar estos servicios, no sirve crear getos para estas personas y alejarlas de nuestras ciudades, por el hecho de estar lejos NO dejan de existir. La solución ha de venir de la mano de las personas progresistas de nuestro país, sensibles y cercanas a los problemas de la sociedad, por ello, los partidos han de recoger en sus programas la regulación de este mercado existente y hasta la fecha ilegal, ya que las personas reaccionarias y doblemoralistas continuarán buscando el atraso de la sociedad hasta el principio mismo de los tiempos.
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