Dado que va aproximándose la llegada de Ratzinger a España, vamos conociendo nuevos detalles. El de hoy es un detalle asqueroso, repugnante, insultante e hiriente, me refiero a la publicación del menú que tan ilustre visitante, séquito y anfitriones van a degustar en su estancia en España: aceitunas españolas, tostas al foie, cucharaditas de corazón de alcachofa con holandesa, tabla de ibéricos, quesos, verduritas salteadas y virutas de jamón serrano, salmorejo, solomillo, gominolas de cerveza, yemas de Santa Teresa, pestiños madrileños, rosquillas, helado de limón con salsa de bayas de enebro, gelatina de gin tonic y todo ello regado con vinos denominación de origen Rueda, tinto Rioja reserva y Pedro Ximenez entre otros.
A la vista de semejante banquete uno no puede dejar de recordar cuál fue el origen del cristianismo y lo lejos que han quedado aquellos pasajes en los que se hablaba de un Jesús Humilde, nacido entre los humildes y muerto por ellos. Muchos recurren al humor cuando dicen “Y pensar que estos empezaron con pesebre, un buey y una mula y como han acabado”
Lamentablemente en el siguiente recuerdo no cabe lugar para el humor, el siguiente recuerdo es para aquellas personas que están muriendo, aquellos niños que hoy son noticia en el cuerno de África porque no tienen agua potable, porque no tienen una mínima higiene, porque la malaria, el Sida y sobretodo el hambre están acabando con ellos. Y la memoria viene el pequeño esfuerzo que supone una implicación directa de los ciudadanos europeos, pero también de una institución importante, influyente, con capacidad económica y humana para llevar una labor humanitaria: La Iglesia.
El tercer recuerdo es para todos aquellos voluntarios, religiosos o no, que un buen día han decidido abandonar sus “lujos” occidentales y partir a vivir con, por y para los seres humanos que peor lo están pasando, para ayudarles en la medida de sus posibilidades a resolver su precaria situación. En el recuerdo están los miles de católicos que aún por encima de sus creencias, anteponen los intereses humanistas y humanos de las comunidades en las que viven, aquellos que en ciertos momentos llegan a dudar de su Fé y que sin duda día tras día reniegan de las élites acomodadas en Occidente y en el Vaticano.
El cuarto recuerdo es para las familias españolas, muy numerosas, que están padeciendo en sus propias carnes la feroz crisis que estamos soportando. Las personas que cada día acuden a recibir las ayudas sociales, los alimentos básicos, las personas que trabajan en los bancos de alimentos, que católicos o no, dedican parte de su tiempo, de su vida y de su esfuerzo a ayudar al prójimo.
El quinto y muy especial recuerdo ha de ir para los miles de jóvenes (no olvidemos que la excusa del viaje es “la juventud”) que lamentablemente no encuentran un puesto de trabajo o no van a encontrarlo en mucho tiempo, debido al castigo especial de este sector de la población en la crisis.
Con el recuerdo a todos estos colectivos y a muchos otros que se habrán quedado en el tintero, un servidor no llega a comprender como dentro de la comunidad católica, a estas alturas, no ha surgido un movimiento de “indignados católicos”, indignados con esta prostitución de la palabra de Dios que estos gerifaltes hacen día a día, indignados con sus excesos, indignados con sus lecciones de moral alejadas de toda lógica y opuestas totalmente a la palabra de Dios.
La palabra de Dios sigue siendo la misma hace siglos, el poder de la Iglesia queda demostrado, su influencia en los medios de comunicación, su capacidad para hacerse oir. Por ello, estos viajes-homenaje gastronómicos deberían desaparecer, así como cualquier tipo de ostentación y destinar estos fondos a las bases católicas que trabajan con los más necesitados, para que realmente ayudasen con todos los medios de los que disponen. Y que renunciasen a sus censuras absurdas en el control de la natalidad y el uso del preservativo, en estos países necesitados.
El Jesús en el que ellos creen, hoy sin duda sería un indignado más, estaría con los parados, con los jóvenes sin futuro, con las personas que se mueren de hambre, con los enfermos y desde luego estaría muy alejado del Vaticano y de todos sus lujos. Si la Biblia es cierta y lo que en ella se narra se aproxima a la realidad de vivió el supuesto hijo de Dios, es inconcebible que millones de personas continúen tolerando estos desmanes de la Jerarquía Católica. Ante esto sólo se llega a la conclusión de que O bien no Creen en Dios y en su supuesta Palabra O bien aún conociéndola deciden deliberadamente Incumplirla.
Animo a cada persona que en su interior se sienta católico, a que reflexione si la Iglesia en la que cree, la Iglesia del Jesús Humilde es la que hoy representa su Jerarquía y si no es así que desde adentro la cambien, por su bien y por el bien de la sociedad en general. De lo contrario tarde o temprano la violencia puede hacer que los enfrentamientos entre personas por motivos religiosos vuelvan a repetirse en Occidente, tal y como ocurre en otros países.
Las personas que NO CREEMOS EN DIOS, sentimos respeto y admiración por la labor desempeñada por los miles de católicos, que han cambiado sus posiciones acomodadas por acudir al frente de batalla a combatir el hambre, a todos ellos y por supuesto a los miles de voluntarios laicos que acuden en auxilio de estos seres humanos. Porque no tenemos cuernos, rabo y tridente, por el hecho de no creer en Dios, pero entendemos y reconocemos la labor humanitaria del hombre hacia el hombre y no distinguimos ni estigmatizamos a las personas por sus pensamientos religiosos, a la vez que rechazamos con toda contundencia las actitudes y los privilegios de los Autoritarios Jefes de la Iglesia.
¡Despierten Católicos!
¡Levanten la cabeza!
¡Miren al frente!
¿Son estas personas las que representan su Fe y sus Creencias?
No hay comentarios:
Publicar un comentario