Esta mañana nos despertamos con la noticia de que Osama Bin Laden ha muerto. Los gobiernos de todo el Mundo han felicitado al Presidente Obama y al pueblo estadounidense por haber matado al considerado enemigo de Occidente y de Estados Unidos, responsable último da la matanza del 11-S e inspirador de otros brutales atentandos en todo el Mundo. Promotor de la red terrorista Al-Qaeda y máximo responsable.
Osama Bin Laden pasó de ser el amigo cómplice al que EEUU proporcionó armas en su lucha contra la extinta Unión Soviética, al enemigo público número uno de EEUU, Bin Laden no ha sido otra cosa que un demonio creado por EEUU.
Tras el atentado del 11-S el Mundo dejó de ser tal y como lo conocíamos para convertirse en un campo de batalla o de caza de un Imperio que no dudó en arrasar países para lograr su objetivo. Aún hoy quedan muchas dudas por resolver, sobre cuál fue el papel de cada actor implicado en aquellos terribles hechos y aún hoy sorprende que un país con los medios militares y de inteligencia que posee EEUU (demostrados en la caza de Bin Laden), fuese víctima de un atentado ensayado en su propio territorio.
En ese momento EEUU recibió carta blanca para actuar a su antojo dónde creyese oportuno en aras de la libertad, mentira destapada hoy: ha sido en aras de la venganza. Las democracias occidentales cómplices de esta mal llamada justicia, si no venganza, ahora defienden el principio del radicalismo que dicen combatir, del ojo por ojo.
Ciudadanos estadounidenses han salido a las calles para celebrar la noticia de su muerte, celebrando la justicia cumplida y exhibiendo el poderío estadounidense sobre el resto del Mundo y su papel como superpotencia. En su mayoría jóvenes, que incluso no habían nacido o no eran conscientes aquel once de Septiembre de 2001 y ésas imágenes no pueden producirme otro sentimiento que miedo, miedo a la sociedad que estamos construyendo en base a unos valores primitivos.
Como ciudadano demócrata, como ciudadano que vive en un país que ha sufrido un brutal atentado Islamista Radical, no puedo felicitar al pueblo estadounidense por la muerte de un hombre, por muy atroces que fueran sus crímenes. El hecho que habría hecho grande a EEUU y a las democracias occidentales en su conjunto, hubiera sido que el mayor responsable terrorista contemporáneo hubiese sido juzgado por un Tribunal Internacional y condenado en su caso a la pena que este tribunal consederase justa.
Desde el punto de vista militar la operación ha sido un éxito, aún cuando se han violado las normas diplomáticas internacionales, para actuar contra un individuo en un país soberano sin comunicar a las autoridades la situación. No dudo que desde el punto de vista de las víctimas alguna pueda considerar este final justo, pero desde el punto de vista moral y político ha sido una vergüenza y un atropello a la legalida internacional, a la justicia y a los valores democráticos.
Como ha declarado el Presidente Obama la lucha contra Al-Qaeda continúa, confiemos en que con mucho éxito, pero esperemos que con esta acción no haya muerto el hombre y haya nacido el mito.
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