lunes, 28 de marzo de 2011

Centro Cultural Óscar Niemeyer


Este fin de semana hemos acudido a la inauguración del Centro Cultural Óscar Niemeyer de Avilés. Los avilesinos en particular y los asturianos en general, por una vez podemos decir que hemos aparcado nuestro complejo de “pequeñinos” para darnos cuenta de que tenemos un lugar en el Mundo Globalizado del siglo XXI.

Aquel Avilés industrial, gris descrito por el grupo local los Irónicos en su famoso Himno:“Avilés Cojonudo” ha dado paso al Avilés del futuro, al Avilés cargado de luz y colorido blanco, que deja enmudecidos a propios y extraños. La industria se entremezcla en armonía visual con la cultura, juntas de la mano, caminan hacia un futuro lleno de oportunidades. A partir de este fin de semana Avilés aparecerá como un referente cultural a nivel Mundial.

Los responsables del Centro tienen por delante el gran reto, de conseguir llenar de contenido la gran obra hormigonada del genial y centenario arquitecto Óscar Niemeyer. Al hablar de contenido, no sólo hago referencia a los grandes actos culturales y a las grandes exposiciones, si no a conseguir que sea un lugar de encuentro de la gente sencilla, de los ciudadanos a los que despertar un interés cultural, por encima de su condición social. En definitiva, a lograr uno de los objetivos en base a los cuales el arquitecto ha hecho el diseño: ha de ser un punto de encuentro y de igualdad de todo el mundo, por ello, matiza que el auditorio no dispone de palcos o reservados, para lograr que nadie tenga privilegios.

Atrás han quedado los catastrofistas, que auguraban que el Centro no se construiría o que no se acabaría o quienes veían el Centro como un agravio, frente a sus concejos y llegaron incluso a recoger firmas. Como una imagen vale más que mil palabras, estos mismos hoy, se dan de bruces contra la impresionante imagen que aporta el Centro a la Ría de Avilés. Aún queda para completar el gran proyecto, la Isla de la Innovación, están pendientes los accesos, aparcamiento, la ansiada reforma de las barreras ferroviarias y probablemente miles de pequeños detalles complementarios, pero bien es cierto que ya no hay vuelta atrás, el Centro es una realidad.

Día tras día quienes vivimos, trabajamos o pasamos habitualmente por la zona de la ría, hemos sido testigos de excepción de cómo ha ido creciendo el proyecto y cómo se ha convertido en un símbolo de Avilés, motivo de orgullo para los avilesinos y esperanza de nuevas oportunidades.

Si la reconversión industrial fue importante, como punto y seguido del desarrollo de nuestra ciudad y nuestra Autonomía, hoy la reconversión cultural ha de ser el empuje definitivo hacia el futuro, por ello, debemos reclamar a las autoridades su firme compromiso y su altura de miras por encima de intereses particulares.

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