Este fin de semana el Jefe del Estado Vaticano y de la Iglesia Católica, Ratzinger visitará nuestro país. Siempre salen a la luz los datos de los costes que supone para el Estado Español la visita, en este caso se cifra en 1,8 millones de Euros la visita a Barcelona y en 3 millones de Euros la visita a Santiago de Compostela. Pero no voy a entrar en guerra de cifras.
Viene “para que todas las personas puedan encontrar en ellas la luz para vivir con dignidad y esperanza para construir un mundo mejor".
Mire, Usted debe saber que por el hecho de que visite España no va a bajar el paro, no van a llegar a fin de mes los que ahora no llegan, no se va a producir un reparto equitativo de la riqueza, no se va a acabar el hambre en el Mundo, no van a acabarse los casos de pederastia por parte del personal del clero, no va acabarse con el sida en el mal llamado tercer mundo, no van a acabarse las guerras, no va acabarse el terrorismo, no va a acabarse la explotación del hombre por el hombre y tampoco van a solucionarse los millones de problemas que existen en el mundo ni los que existen en España.
Usted por los actos que organiza, por su forma de vida, por el lugar donde vive, por los sirvientes que tiene, por el lujo del que vive rodeado, por los privilegios que tiene en casi todos los países del mundo es la persona menos indicada para dar ningún mensaje a nadie. Llevan siglos aprovechándose de los más débiles, aterrorizando con castigos divinos a los disidentes, participando de la explotación de los pueblos.
Usted y el boato que le rodea son la vergüenza de una religión, a la que más por imposición que por convicción, han convertido a medido mundo con “su palabra de Dios” a fuerza de luchas y sangre en muchos casos. A la verdadera iglesia, a los que trabajan directamente con los pobres, a los combaten día a día con la sed, el hambre, el sida, el cólera, la malaria, la desnutrición, a todos ellos no les sirven de nada sus viajes, porque ellos, que sí son Iglesia, trabajan por los demás aplicando el “trata a tu prójimo como a ti mismo”, costándoles en muchos casos la vida, prisión o tortura.
Lamentablemente usted que debería ser un ejemplo para el prójimo, no es más que otro vividor, siervo del poder y las riquezas, que antepone los bienes materiales al verdadero sentido del catolicismo. No puedo reconocer en una persona como usted a la Iglesia, porque no lo es, por mucho que lo disfracen, que lo definan como protector de los pobres, usted vive del marketing y eso es lo que viene a hacer a España como en tantos otros lugares.
Me avergüenza enormemente que mi país participe en este circo y me sonroja que el Estado en el que vivo, aconfesional, que no laico, se dedique a financiar con mis impuestos a cualquier religión y no sólo la suya. Me pregunto cuál sería la reacción de las personas que acudirán a sus actos o los dirigentes políticos que los apoyan, si el fin de semana que viene nos visitase un Jefe de Estado como por ejemplo, Mohamed VI y decidiese hacer un acto multitudinario con todas las personas islamistas que viven en España.
Para terminar le solicitaría a Ratzinger que emplee todo su esfuerzo, todo el dinero de la Iglesia en los más pobres, que viva como supuestamente vivió el Jesús al que adoran y quizás entonces me replantearé la idea de que Dios existe y que él es su representante en la Tierra, mientras seguiré creyendo que la Iglesia real es la que lucha día a día con los más necesitados por acabar con las desigualdades.
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