Han pasado las elecciones catalanas, en este caso no se
cumple aquella máxima de que “todos hemos ganado”. Unos/as han ganado, otros/as
han perdido y otros/as simplemente se han salido. Lo que sí está claro es que
el reclamo de las banderas y los frentes una vez más ha servido para movilizar
al electorado, apelando a los más básicos instintos sociales, logrando la mayor
participación de la democracia en unas elecciones, felicitemos pues a PP y CIU
por haber logrado la movilización. Y especialmente al PP que no ha sufrido el
revés por su política de recortes en España y en Cataluña, por tanto, un
beneficiado más del estéril debate de las banderas.
Grandes triunfadores ERC y C’s, extremos opuestos que en esta polarización de
la campaña orquestada por PP y CIU han salido muy beneficiados y han conseguido
doblar y triplicar sus escaños respectivamente. En el caso de ERC además ha
supuesto una doble victoria, puesto que se ha alzado con el segundo puesto en
escaños del nuevo Parlament.
El resto de fuerzas han ganado en representatividad PP un
diputado más, ICV 3 diputados y la nueva marca independentista CUP ha entrado
en el Parlament con 3 diputados.
Por último, los dos grandes perdedores CIU y PSC. Perdedor
indiscutible, CIU se ha dejado en el camino 12 parlamentarios y su anunciado
paso hacia delante, se ha convertido en un gran salto hacia atrás. Sale
debilitada su posición, como indicaba el propio Mas por los tijeretazos, que la
cortina de humo independentista no ha tapado y la renuncia a sus posiciones
históricamente moderadas. En el caso del PSC ha supuesto una doble derrota, ha
obtenido sus peores resultados de la historia democrática actual y a demás ha
sido desbancada por ERC, como primera fuerza de la oposición y segunda del
Parlament. No sirven los paños calientes de las previsiones más desfavorables,
ni el consuelo de haber sido la segunda fuerza en número de votos. La falta de
definición de un proyecto claro para Cataluña y España, con un federalismo que
sonaba a improvisación, ha sido castigada por el electorado polarizado.
Si dividimos las fuerzas políticas en derecha, izquierda e
independentistas. Tanto la derecha como la izquierda han bajado 5 diputados
cada una, siendo las grandes beneficiadas las fuerzas independentistas. Si la
clasificación la hacemos entre fuerzas nacional-independentistas y
constitucional-federalistas, el primero de los bloques ha sufrido un retroceso
de 2 diputados, jugando siempre con la falta de definición, altamente premiada
por el electorado, de ICV y por la misma falta de concreción de PSC, castigada
duramente.
Nos encontramos pues con un Parlament más fragmentado, con
una CIU debilitada y echada al monte, a la que en principio sólo quedaría el
clavo ardiendo de pactar con una ERC crecida por su histórico resultado. Los
experimentos llevados a cabo por el PSC en ese sentido han mostrado lo incomodo
del compañero de viaje y Mas consciente de ello, va marcando el camino, al
afirmar que el apoyo y la responsabilidad de los partidos ha de ser en el día a
día y no sólo de cara a un proyecto o consulta independentista.
En ningún caso sería conveniente un pacto entre perdedores,
y la sociovergencia defendida por quien suscribe en otras ocasiones, carece
ahora de base, mientras el socialismo no defina una línea y un proyecto sobre el
que negociar. La otra opción sería un pacto entre las derechas catalana y
española CIU-PP, que si bien en la legislatura que termina les ha servido para
acordar los recortes y sacar adelante los presupuestos, sólo podría reeditarse
si CIU da un paso atrás reconoce lo equivocado de su propuesta y el PP reconoce
que ahora llega a un acuerdo al que hace un mes no quiso llegar, difícil por tanto este pacto ideológico, tanto por las
posiciones de CIU como por la difícil explicación o comprensión de las/os
catalanas/es y las/os españolas/es.
Queda por tanto un camino por andar complicado, por parte de
un President zombie, que tendrá hipotecado su futuro, a manos de una fuerza que
ya demostró en el pasado la falta de madurez para asumir compromisos de
gobierno. Y el PSC se sumará a su partido hermano en la larga travesía del
desierto que le queda por delante a la socialdemocracia española y europea.
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