El pasado viernes la familia socialdemócrata ha sufrido un durísimo atentado en la Isla de Utøya, Noruega, donde las juventudes socialdemócratas participaban en un campamento, así como en los dos atentados coordinados en Oslo.
El asesino confeso Anders Behring Breivik, fundamentalista cristiano, extremista ultraderechista e islamófobo, ha teñido de sangre una celebración pacífica y democrática. Hemos asistido a una masacre horrible, ideológica y totalitaria, que ha de servir de ejemplo en Europa y de revulsivo para todos los demócratas: No podemos permitir el avance en Europa de los extremismos violentos y totalitarios de uno y otro lado del espectro ideológico, ha de preocuparnos sobre manera el avance acelerado de la extrema derecha en toda la Unión, el fantasma del totalitarismo y el odio racial, étnico, cultural, ideológico y político, vuelve a volar sobre la Democracia Europea.
Europa ha de saber defender los ideales democráticos y la convivencia pacífica de los hombres y a la vez preservar la integridad de sus ciudadanos. De nada sirve el odio que ha llevado a esta situación, debemos de borrar de nuestras mentes cualquier rencor revanchista. Que de cada joven muerto por la democracia, de cada inocente que ha caído sin culpa, de cada socialdemócrata europeo salga un grito alto y claro de Libertad, Tolerancia y Convivencia, que enmudezca la aterradora sonrisa del asesino.
Una gran Nación de Naciones como puede llegar a ser Europa, ha de aprender la lección y ha de tomar conciencia de ello. De una vez y para siempre han de desterrarse los intereses particulares y primar el interés general de los ciudadanos por encima del de determinados poderes fácticos locales.
Podemos y debemos construir otra Europa fuerte y tolerante, que sea intransigente con los totalitarismos vengan de donde vengan. No podemos permitir otra Gran Guerra Europea, por tolerar que en nuestros parlamentos se sienten personas conniventes con la violencia o el terrorismo, venga de donde venga.
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